Filmada en 2015, estrenada en festivales en 2016,
supuestamente lista para estrenarse es 2017, es gracias a Netflix que
finalmente se estrena "La Cuarta Compañía", drama carcelario basado
en escabrosos hechos reales de las crudas páginas de la política judicial
mexicana. Ambientada hacia finales del sexenio de López Portillo y principios
del sexenio de De la Madrid, la película retrata la vida y obra de "La
Cuarta Compañía", un grupo de reos que servían como el escuadrón
extra-judicial de la administración de la penitenciaría de Santa Martha
Acatitla en la Ciudad de México. La Compañía también cometía atracos de bancos
y automóviles bajo las ordenes del temible General "El Negro" Durazo
(interpretado, con un parecido de miedo, por Josepho Rodríguez), director de Policía
y Tránsito, y gozaba de privilegios inauditos, como la administración de un
casino dentro de la penitenciaría y fiestas en la vecina cárcel de mujeres.
Apoyados por el director de la penitenciaría, el General Antolín, y dos
miembros importantes de la administración carcelaria, el coronel Chaparro (el
maravilloso Manuel Ojeda, uno de mis actores favoritos, brillante como siempre)
y el licenciado "Florecita" (Darío T. Pie, una revelación), la Cuarta
Compañía también estaba componía el equipo de futbol americano de la cárcel,
"Los perros", que sirvieron como instrumento de propaganda política
como seña de que el uso de los deportes en la penitenciaría era señal de
readaptación social.
Al principio, la película se focaliza a través de la
perspectiva de Zambrano (Adrián Ladrón), un joven que por circunstancias
adversas terminó convirtiéndose en ladrón experto en automóviles. Una vez
trasladado a Santa Martha, trata de unirse al equipo de los Perros, pero debe
pasar por duras pruebas, torturas monstruosas típicas de las cárceles
nacionales y muchos otros conflictos. La perspectiva de Zambrano se diluye y
ocurren una serie de elementos narrativos de naturaleza muy elíptica (un mal
narrativo que aqueja mucho al cine mexicano desde hace décadas) que causan
confusión y que deben de ser interpretados tomando en cuenta mucho contexto
histórico. Sin embargo y a pesar de esta falla estructural, la película es un
retrato vivo y realista (y no excesivamente, crudo) de uno de los períodos más
desagradables y tragicómicos de la historia mexicana moderna. El reino de
terror de las corporaciones policiacas encuentra su reflejo en el grupo de
criminales de la Compañía. Guerrilleros, pandilleros, asesinos, ladrones y
hombres auto-proclamados inocentes de toda culpa son retratados con simpatía,
siendo los mejores Palafox (Hernán Mendoza) y Quinto (Gabino Rodríguez), así
como Don Burrero (Raymundo Reyes Moreno), un anciano que lleva 48 años en
cárcel y que carga con todo el peso de su condena.
De la ola de películas basadas en hechos criminales
reales que van de la década, "La Cuarta Compañía" se encuentra entre
las mejores. La recreación del espacio carcelario y de la época es efectiva,
además de que hay escenas muy bien logradas, como la recreación del legendario
escape por helicóptero del prisionero estadounidense David Kaplan. Las escenas
de tensión entre los criminales y los inevitables saldos de cuenta, elemento
importante para las películas de crimen organizado, son bastante efectivas.
Quizás no es un gran misterio el hecho de que, aún en
tiempos de la "alternancia" y el nuevo PRI, "La Cuarta
Compañía" no haya sido estrenado en cine como se tenía planeado y como
merecía. Sin embargo, salió mejor para todos el tener acceso directo y más
general en Netflix, para que todos conozcan las crudas verdades del bajo mundo
judicial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario