lunes, 4 de septiembre de 2017

Atomic Blondie (Atómica, David Leitcht, 2017)



La nueva era del cine de acción iniciado por películas como John Wick continua agarrando potencia, ahora gracias a Atomic Blondie (Atómica a secas en países hispanohablantes, haciendo género un título que se beneficiaría de utilizar la palabra “rubia” o “güera” para ser más memorable), película dirigida por David Leitch, uno de los co-directores de la saga del vengador de cachorros (el otro co-director, Chad Stahelski, nos regaló la excelente segunda entrega de John Wick a principios de año). Tanto Leitch como Stahelski trabajaban como dobles de stunt antes de dar el salto hacia la silla del director y ambos son gratas adiciones al gremio. Poseedores de un ojo inmaculado para el diseño de producción, vestuario y los encuadres, el mundo representado es uno donde alternan edificios y calles derruidas y las habitaciones futuristas con iluminación de neon, amén de elaborar escenas de acción filmadas al estilo claro, conciso y emocionante que se merecen. En contraste con el mundo de John Wick, situado en un asombroso bajo mundo con sus propias estructuras y métodos de comunicación y económicos, “Atómica” nos transporta al Berlín bifurcado de 1989, específicamente durante la semana previa a la caída del Muro. Optando por una recreación histórica, la fotografía también adquiere un tono más frío y clínico que va de la mano con su personaje principal, la agente británica del MI6 Lorraine Broughton (Charlize Theron).

Al principio de la historia, el agente británico James Gasciogne ha sido asesinado por un agente soviético, el maravillosamente nombrado Bajtín. Bajtín se ha quedado con un microfilme en donde están enlistados todos los agentes occidentales activos en Berlin. Aunque la Unión Soviética se encuentra al borde del colapso, la KGB desea obtener la lista para liquidar a todos los agentes enemigos y así saldar cuentas pendientes. Broughton es asignada por sus superiores, “C” (James Faulkner) y Eric Gray (Toby Jones), a viajar a Berlín para recuperar el cadáver de Gascoigne y ponerse en contacto con el jefe de la sección berlinesa de MI6, David Percival (James McAvoy). Pero al llegar las cosas se dificultan: Lorraine es detectada de inmediato por la KGB—liderada por el brutal Bremovich (Roland Moller) —y es seguida por la policía local, vigilada por una bella y misteriosa mujer francesa llamada Delphine Lasalle (Sophia Boutelle) y debe lidiar con las excentricidades de Percival, quien tras años de vivir en Berlin ahora se viste y comporta como un neurótico rebelde local. La seguridad de la inteligencia occidental queda en las manos y la iniciativa de Lorraine, lo que lo lleva a investigar en ambos lados del muro y utilizando información de agentes locales como el Relojero (Til Schweiger), Merkle (Bill Skarsgard) y el informante de la Stasi, Spyglass (Eddie Marsan).

A diferencia de John Wick, cuyas aventuras siempre son directas y van al grano, Atomic Blondie tiene una gran cantidad de complicaciones, traiciones y contra-traiciones. Además, cuenta con dos o tres capas narrativas que pueden ser desorientadoras y en ocasiones entorpecen un relato que necesitaba un dinamismo que correspondiera a la acción en pantalla y a la actitud de Lorraine. El peso de estas complicaciones termina por causar una confusión que solo se disipa si uno arma el rompecabezas durante la película o permitiéndose unos momentos en el día para meditarlo. Sin duda, este es un caso en donde un énfasis en el estilo sobre la sustancia hubiera sido más benéfico.

Pero cuando la película se deja llevar por el estilo en verdad es una experiencia disfrutable. Las escenas de combate entre Lorraine y el ejército de contrincantes son dignos de verse en pantalla grande. La coreografía de Leitch tiene sus paralelos con las que se utiliza con Keanu Reeves (uso de las manos sobre las muñecas para contrarrestar el peso del enemigo, la utilización de armas de fuego como armas de golpe o para tomarse del agresor, piruetas sobre los cuerpos de enemigos más grandes), pero Charlize Theron nos hace sentir el dolor de cada golpe que recibe y una agilidad de gato en cada golpe que da pavor. La mejor pelea de la cinta es una secuencia de diez minutos que parece estar filmada en una sola y que nos lleva desde los decaídos escalones de un complejo apartamental hasta las calles repletas de manifestantes. Al final de este excelente combate, Lorraine a duras penas puede caminar, y menos lanzar mas golpes. Hay otras escenas destacadas, como un combate con manguera, un tiroteo en un hotel y una pelea que toma lugar detrás de una pantalla que muestra la película Stalker, de Tarkovsky, sin duda un homenaje inesperado.

Lorraine Broughton es un personaje de acción memorable. Tiene todas las cualidades de los super-agentes británicos que tanto estimamos, incluyendo el sarcasmo, las capacidades poliglotas, un imparable sentido del deber, dudas filosóficas sobre su trabajo (el aspecto temático de la película mas importante, y que debió ser explotado más, es el hecho de que estas agencias estan tan preocupadas por ganar y fortalecer la posición de sus gobiernos, mientras que los movimientos sociales ocurren a traves de la organización civil) y una habilidad para seducir a quien deseen con tal de conseguir más información. Lorraine es bisexual, y de hecho es interesante como este aspecto es tratado de manera natural y práctica. Todo sobre Lorraine es pragmático, excepto, quizás, sus atuendos, los cuales tienden a ser de un esquema blanco y negro y cuyo atractivo estético va de la mano con los escenarios entre realistas y neo-futuristas del ambiente en que se desenvuelve (mención especial merecen su habitación de hotel, un bar donde establece dos contactos importantes, la sala de interrogación y un aeropuerto). La banda sonora es la mejor recopilación de canciones del año, junto con Baby Driver, una colección de joyas de Rock, New Wave y Pop electrónico de Alemania, EUA y el Reino Unido.

Aunque una trama menos complicada hubiera favorecido más a la película, Atomic Blondie es entretenida y contiene una gran belleza audiovisual que necesita ser experimentada en el cine. Esperemos que Leitch y Stahelski sigan deleitándonos con sus mundos llenos de acción indomable por mucho tiempo.

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