miércoles, 30 de agosto de 2017

Seijun Suzuki en México



Por segundo año consecutivo, Cinemex inaugura su Festival de Cine Matsuri, una oportunidad para que los espectadores mexicanos puedan conocer algunas producciones japonesas. Entre la variada selección de este año se encuentran “Vagabundo de Tokyo” y “Marcado para matar”, dos obras maestras de Seijun Suzuki, el más imaginativo de los directores del género gansteril japonés. Las dos películas, deconstrucciones agresivas del cine yakuza,  fueron responsables del despido de Suzuki debido al fracaso en taquilla de ambas. Eventualmente, Suzuki se volvió un director de culto que inspiro a futuros cineastas amante de las películas de género con toques excéntricos, incluyendo entre sus admiradores a Quentin Tarantino, John Woo, Takashi Miike y Jim Jarmusch.



El estudio Nikkatsu era la productora fílmica más vieja y prolífica de Japón, fundada en 1912 y con dos películas estrenadas por semana. Las películas del estudio eran artesanías comerciales de género—principalmente vehículos para estrellas pop, cintas de acción, dramas juveniles, comedias y, esporádicamente, películas históricas y de samuráis—cuyos esquemas y formulas no se diferenciaban mucho entre sí. Suzuki trabajaba para el estudio desde 1955 y había alcanzado una buena reputación debido a su efectividad para dirigir películas de serie “B” a tiempo y dentro del presupuesto proporcionado. A principios de los 60, Nikkatsu se especializó en películas sobre detectives y yakuzas, los gánsteres japoneses que con frecuencia eran representados de manera romántica como guerreros modernos  en un Japón exponencialmente occidentalizado. 

Suzuki dirigió cintas entretenidas dentro de los lineamientos del género, pero era un hombre inquieto con aptitudes artísticas influenciadas por el existencialismo y sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial, además de poseer un sentido del humor disparatado y un cariño por los géneros cinematográficos estadounidenses. Con la película de 1963, “La juventud de la bestia”, Suzuki  formalizó su estilo: ángulos de cámara que se apartaban de los encuadres tradicionales, una composición de escena que favorecía colores vibrantes y posicionamientos de personajes que aludían a cuadros renacentistas, el uso surreal de colores y técnicas de edición para resaltar el estado emocional de los personajes y, por ende, el tono del mundo ficticio en que se narraba. Para Suzuki, “La juventud de la bestia” fue su primer película original, y un ejemplo del propósito de un director de cine B: dado que todos los libretos que recibía se reducían a un esquema básico (“El personaje principal se enamora de una mujer, mata al malo, y se queda con la mujer”) el director de serie B tenía la obligación de destacarse a través de los recursos estilísticos y la búsqueda para explotar algún destello de originalidad en cada guión.



Después de “La juventud de la bestia” siguieron varias películas por el estilo que terminaron por hacer de Suzuki  un marginado dentro de Nikkatsu.  A menudo recibí advertencias de que su estilo estrambótico estaba yendo “demasiado lejos” y que “la jugara derecho” con las siguientes películas. Al advertir que Suzuki no entendía, los productores procedieron a cortarle los presupuestos asignados a la mitad. Esto solo logró que Suzuki dirigiera sus dos películas más extraordinarias.



 “Vagabundo de Tokyo” (1966) es la historia de “Phoenix Tetsu” Hondo, el  mejor gatillero de un clan yakuza que recientemente se ha retirado del bajo mundo y ha iniciado su proceso de legitimación. Tetsu es ferozmente leal  hacia el jefe Kurata, a quien ve como un padre, al grado de que se ha deshecho de sus armas de fuego y recibe los ataques de yakuzas rivales sin contestar un solo golpe. Tetsu es un  hombre taciturno que usa trajes de colores y que tiene como novia a Chiharu, la dulce cantante de un club nocturno. Las maquinaciones y traiciones del clan rival del jefe Otsuka desembocan en una serie de asesinatos que obligan a que Tetsu abandone a su amo para vagar de provincia en provincia, bajo la protección de clanes amistosos. Pero en todo momento es asediado por pistoleros que desean asesinarlo. Tetsu, con la ayuda de otro yakuza exiliado, Kenji, vuelve una vez más a Tokyo a saldar cuentas pendientes.




La trama narrada de esta manera no tiene nada de extraordinaria, pero está contada y visualizada por Suzuki de una manera única. Descrita como “una fantasía pop extravagante”, “Vagabundo de Tokio” comienza con una escena en blanco y negro que posteriormente es seguida por un mundo de tecnicolor, cuya iluminación en ocasiones alcanza dimensiones surrealistas. El anti-héroe de la historia canta o silba su propio tema musical, una triste balada rock que suena a lo largo de la película. Cuando tiene una pistola en la mano, se despacha a ejércitos enteros con una facilidad que le causaría envidia a Clint Eastwood. Una escena está situada en un bar que está diseñado al estilo de los “saloons” del viejo Oeste y culmina en una pelea masiva entre yakuzas rivales y marineros estadounidenses. El clímax de la cinta toma lugar en el club nocturno donde trabaja Chiharu, una maravilla del minimalismo, pues se trata básicamente de un set con una plataforma elevada, algunas mesas, una barra y un piano todos de color blanco y donde un adorno en forma de rosa es el único color en pantalla, y que, al terminar el tiroteo final, cambia la iluminación de la película, un recurso constante que Suzuki usa con efectividad. El mundo de Suzuki es un mundo de cine puro, donde el concepto de realidad está plenamente sujeto a las posibilidades estéticas del cine.

“Vagabundo de Tokyo” enfureció tanto  a los ejecutivos de Nikkatsu y a su presidente Kyusaku Hori al grado de recortar el presupuesto  de la siguiente película de Suzuki, por lo que solo se podía filmar en blanco y negro, y amenazar con despedir al director de su contrato si este  volvía a jugarles otra mala pasada con sus guiones y su dinero.  La respuesta de Suzuki ante esta situación probablemente fue el equivalente japonés del “chingue a su madre, me la rifo  por mis pistolas…”, pues “Marcado para matar” (1967) es su película más abstracta y barroca. 




Goro Hanada (Jo Shishido, estrella de Nikkatsu que protagonizó “La juventud de la bestia” y que famosamente se puso implantes en los cachetes para destacar en el mundo cinematográfico japonés, dándole una curiosa apariencia de ardilla) es el tercer mejor sicario de Japón.  Acepta un trabajo para escoltar a un hombre importante y lo protege del asedio de un ejército de gatilleros liderados por el segundo mejor sicario japonés. Después de eliminar a este, Hanada sube de rango y, dado que la existencia del asesino “Número Uno” está en tela de juicio, da por hecho de que se encuentra en la cima de su profesión. Pero su suerte da un giro negativo cuando acepta el trabajo de eliminar a cuatro hombres. Después del éxito de los primeros tres trabajos, el cuarto es estropeado cuando una mariposa se para frente al telescopio de su rifle, provocando el asesinato accidental de un civil. Esto provoca  que ahora Hanada sea buscado por un hombre misterioso, al tiempo que su matrimonio se derrumba debido a las infidelidades de su esposa con un jefe yakuza, y la atracción que Hanada siente por Misako, una joven depresiva y misteriosa.



El estilo juguetón y de historieta de “Vagabundo de Tokyo” encuentra un reflejo opuesto en “marcado para matar”. Respondiendo el ataque de Nikkatsu, Suzuki hiperbolizo su método de trabajo. Se deshizo de la mayoría del libreto asignado y con ocho colaboradores (a los que llamó la “pandilla de ocho”) rescribió la historia al tiempo que filmaba. Suzuki no se tomaba tiempo para pre-producción (y de hecho, nunca hacia dibujos o guiones gráficos) y planeaba sus tomas el mismo día de filmación. Esto permitía que en 20 días se lograra la totalidad de la producción de la película (de la “pre a la post”) al grado de que termino de editar “Marcado para matar” el día antes de su estreno. Suzuki y su pandilla de ocho tomaron el concepto trillado del sicario asediado y le dieron una dimensión operística que colinda entre lo mítico, lo absurdo y lo surrealista. En un mundo donde existen y se respetan los rankings de asesinos profesionales, Goro Hanada es casi indestructible, y la gran amenaza es representada por la ambigua existencia del sicario “Número Uno”, quien adquiere rasgos divinos. Al mismo tiempo, Hanada es una figura que con frecuencia raya en lo patético: es un impotente sexual con una esposa insaciable y que solo puede excitarse al inhalar el vapor de una olla de arroz. Dado que ahora Nikkatsu permitía (e incitaba) las escenas de desnudo y sexo, tanto las escenas de Hanada con su esposa como sus momentos con Misako están cargados de una tensión sexual y de toques extraños. La película tiene un humor negro y macabro que se puede confundir con el tono desolado y existencialista de la película. El final, en particular, es de un nihilismo total. Sin embargo, las elecciones estéticas de Suzuki alcanzaron otro nivel adicional: las conversaciones entre personajes están filmadas a manera que parece que los personajes se encuentran en dos espacios diferentes. Los espacios mismos son habitaciones de carácter barroco y siniestro, en particular un cuarto que está tapizado con mariposas muertas. Y además de las proclividades sexuales del protagonista, el absurdismo de este mundo es tal que varios personajes se ríen como locos en medio de tiroteos y dos asesinatos parecen sacados de una caricatura de los Looney Toons, específicamente uno que involucra un

desagüe de lavabo y una ruptura con las leyes de la física.



Como era de esperarse, Suzuki fue prontamente despedido por Nikkatsu, horrorizados por “Marcado para matar”. Suzuki lanzó una campaña contra el estudio que lo volvió una celebridad.  Se retiró a escribir libros y dirigir para televisión, y no dirigió una película hasta diez años de su despido, en 1977. Suzuki filmó algunas películas que continuaban su estilo. Falleció el presente año a los 93 años de edad.

Sus cintas se han mantenido vigentes gracias a cine clubes, críticos y directores que aprecian la menra con la que jugo con los géneros e imprimió con estilo historias muy socorridas. Las películas mencionadas están disponibles en DVD y, en el caso de “Vagabundo de Tokyo” y “Marcado para matar”, en Blu-Ray.

“Vagabundo de Tokyo” y “Marcado para matar” se presentaran en instalaciones de Cinemex entre el viernes 01 de septiembre al domingo 03 de septiembre. Consulten sus carteleras y disfruten de estas joyas.

Calendario Cinemex: https://cinemex.com/landing/matsuri-2017/calendario

Video-ensayos sobre Suzuki y sus películas:
https://www.youtube.com/playlist?list=PLSAN9YotXaFM_R3E7uWymwXTPoxdSZY-f

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