Por segundo año consecutivo, Cinemex inaugura su Festival de Cine Matsuri, una oportunidad para que los espectadores mexicanos puedan conocer algunas producciones japonesas. Entre la variada selección de este año se encuentran “Vagabundo de Tokyo” y “Marcado para matar”, dos obras maestras de Seijun Suzuki, el más imaginativo de los directores del género gansteril japonés. Las dos películas, deconstrucciones agresivas del cine yakuza, fueron responsables del despido de Suzuki debido al fracaso en taquilla de ambas. Eventualmente, Suzuki se volvió un director de culto que inspiro a futuros cineastas amante de las películas de género con toques excéntricos, incluyendo entre sus admiradores a Quentin Tarantino, John Woo, Takashi Miike y Jim Jarmusch.
El estudio Nikkatsu era la productora fílmica más vieja y
prolífica de Japón, fundada en 1912 y con dos películas estrenadas por semana. Las
películas del estudio eran artesanías comerciales de género—principalmente vehículos
para estrellas pop, cintas de acción, dramas juveniles, comedias y, esporádicamente,
películas históricas y de samuráis—cuyos esquemas y formulas no se diferenciaban
mucho entre sí. Suzuki trabajaba para el estudio desde 1955 y había alcanzado
una buena reputación debido a su efectividad para dirigir películas de serie “B”
a tiempo y dentro del presupuesto proporcionado. A principios de los 60,
Nikkatsu se especializó en películas sobre detectives y yakuzas, los gánsteres japoneses que con frecuencia eran
representados de manera romántica como guerreros modernos en un Japón exponencialmente occidentalizado.
Suzuki dirigió cintas entretenidas dentro de los lineamientos
del género, pero era un hombre inquieto con aptitudes artísticas influenciadas
por el existencialismo y sus experiencias durante la Segunda Guerra Mundial,
además de poseer un sentido del humor disparatado y un cariño por los géneros
cinematográficos estadounidenses. Con la película de 1963, “La juventud de la
bestia”, Suzuki formalizó su estilo: ángulos
de cámara que se apartaban de los encuadres tradicionales, una composición de
escena que favorecía colores vibrantes y posicionamientos de personajes que
aludían a cuadros renacentistas, el uso surreal de colores y técnicas de
edición para resaltar el estado emocional de los personajes y, por ende, el
tono del mundo ficticio en que se narraba. Para Suzuki, “La juventud de la
bestia” fue su primer película original, y un ejemplo del propósito de un
director de cine B: dado que todos los libretos que recibía se reducían a un
esquema básico (“El personaje principal se enamora de una mujer, mata al malo,
y se queda con la mujer”) el director de serie B tenía la obligación de destacarse
a través de los recursos estilísticos y la búsqueda para explotar algún
destello de originalidad en cada guión.
Después de “La juventud de la bestia” siguieron varias
películas por el estilo que terminaron por hacer de Suzuki un marginado dentro de Nikkatsu. A menudo recibí advertencias de que su estilo
estrambótico estaba yendo “demasiado lejos” y que “la jugara derecho” con las
siguientes películas. Al advertir que Suzuki no entendía, los productores
procedieron a cortarle los presupuestos asignados a la mitad. Esto solo logró
que Suzuki dirigiera sus dos películas más extraordinarias.
“Vagabundo de Tokyo” (1966) es la historia de “Phoenix Tetsu”
Hondo, el mejor gatillero de un clan
yakuza que recientemente se ha retirado del bajo mundo y ha iniciado su proceso
de legitimación. Tetsu es ferozmente leal
hacia el jefe Kurata, a quien ve como un padre, al grado de que se ha
deshecho de sus armas de fuego y recibe los ataques de yakuzas rivales sin
contestar un solo golpe. Tetsu es un hombre taciturno que usa trajes de colores y
que tiene como novia a Chiharu, la dulce cantante de un club nocturno. Las
maquinaciones y traiciones del clan rival del jefe Otsuka desembocan en una
serie de asesinatos que obligan a que Tetsu abandone a su amo para vagar de
provincia en provincia, bajo la protección de clanes amistosos. Pero en todo
momento es asediado por pistoleros que desean asesinarlo. Tetsu, con la ayuda
de otro yakuza exiliado, Kenji, vuelve una vez más a Tokyo a saldar cuentas pendientes.

“Vagabundo de Tokyo” enfureció tanto a los ejecutivos de Nikkatsu y a su
presidente Kyusaku Hori al grado de recortar el presupuesto de la siguiente película de Suzuki, por lo
que solo se podía filmar en blanco y negro, y amenazar con despedir al director
de su contrato si este volvía a jugarles
otra mala pasada con sus guiones y su dinero. La respuesta de Suzuki ante esta situación
probablemente fue el equivalente japonés del “chingue a su madre, me la rifo por mis pistolas…”, pues “Marcado para matar”
(1967) es su película más abstracta y barroca.
Goro Hanada (Jo Shishido, estrella de Nikkatsu que
protagonizó “La juventud de la bestia” y que famosamente se puso implantes en
los cachetes para destacar en el mundo cinematográfico japonés, dándole una curiosa
apariencia de ardilla) es el tercer mejor sicario de Japón. Acepta un trabajo para escoltar a un hombre
importante y lo protege del asedio de un ejército de gatilleros liderados por
el segundo mejor sicario japonés. Después de eliminar a este, Hanada sube de
rango y, dado que la existencia del asesino “Número Uno” está en tela de juicio,
da por hecho de que se encuentra en la cima de su profesión. Pero su suerte da
un giro negativo cuando acepta el trabajo de eliminar a cuatro hombres. Después
del éxito de los primeros tres trabajos, el cuarto es estropeado cuando una
mariposa se para frente al telescopio de su rifle, provocando el asesinato
accidental de un civil. Esto provoca que
ahora Hanada sea buscado por un hombre misterioso, al tiempo que su matrimonio
se derrumba debido a las infidelidades de su esposa con un jefe yakuza, y la
atracción que Hanada siente por Misako, una joven depresiva y misteriosa.
El estilo juguetón y de historieta de “Vagabundo de Tokyo”
encuentra un reflejo opuesto en “marcado para matar”. Respondiendo el ataque de
Nikkatsu, Suzuki hiperbolizo su método de trabajo. Se deshizo de la mayoría del
libreto asignado y con ocho colaboradores (a los que llamó la “pandilla de ocho”)
rescribió la historia al tiempo que filmaba. Suzuki no se tomaba tiempo para
pre-producción (y de hecho, nunca hacia dibujos o guiones gráficos) y planeaba
sus tomas el mismo día de filmación. Esto permitía que en 20 días se lograra la
totalidad de la producción de la película (de la “pre a la post”) al grado de
que termino de editar “Marcado para matar” el día antes de su estreno. Suzuki y
su pandilla de ocho tomaron el concepto trillado del sicario asediado y le
dieron una dimensión operística que colinda entre lo mítico, lo absurdo y lo
surrealista. En un mundo donde existen y se respetan los rankings de asesinos
profesionales, Goro Hanada es casi indestructible, y la gran amenaza es
representada por la ambigua existencia del sicario “Número Uno”, quien adquiere
rasgos divinos. Al mismo tiempo, Hanada es una figura que con frecuencia raya
en lo patético: es un impotente sexual con una esposa insaciable y que solo
puede excitarse al inhalar el vapor de una olla de arroz. Dado que ahora
Nikkatsu permitía (e incitaba) las escenas de desnudo y sexo, tanto las escenas
de Hanada con su esposa como sus momentos con Misako están cargados de una
tensión sexual y de toques extraños. La película tiene un humor negro y macabro
que se puede confundir con el tono desolado y existencialista de la película.
El final, en particular, es de un nihilismo total. Sin embargo, las elecciones
estéticas de Suzuki alcanzaron otro nivel adicional: las conversaciones entre
personajes están filmadas a manera que parece que los personajes se encuentran
en dos espacios diferentes. Los espacios mismos son habitaciones de carácter
barroco y siniestro, en particular un cuarto que está tapizado con mariposas
muertas. Y además de las proclividades sexuales del protagonista, el absurdismo
de este mundo es tal que varios personajes se ríen como locos en medio de
tiroteos y dos asesinatos parecen sacados de una caricatura de los Looney
Toons, específicamente uno que involucra un
desagüe
de lavabo y una ruptura con
las leyes de la física.
Como era de esperarse, Suzuki fue prontamente despedido por
Nikkatsu, horrorizados por “Marcado para matar”. Suzuki lanzó una campaña
contra el estudio que lo volvió una celebridad.
Se retiró a escribir libros y dirigir para televisión, y no dirigió una
película hasta diez años de su despido, en 1977. Suzuki filmó algunas películas
que continuaban su estilo. Falleció el presente año a los 93 años de edad.
Sus cintas se han mantenido vigentes gracias a cine clubes,
críticos y directores que aprecian la menra con la que jugo con los géneros e
imprimió con estilo historias muy socorridas. Las películas mencionadas están disponibles
en DVD y, en el caso de “Vagabundo de Tokyo” y “Marcado para matar”, en
Blu-Ray.
“Vagabundo de Tokyo” y “Marcado para matar” se presentaran
en instalaciones de Cinemex entre el viernes 01 de septiembre al domingo 03 de
septiembre. Consulten sus carteleras y disfruten de estas joyas.
Calendario Cinemex: https://cinemex.com/landing/matsuri-2017/calendario
Video-ensayos sobre Suzuki y sus películas:
https://www.youtube.com/playlist?list=PLSAN9YotXaFM_R3E7uWymwXTPoxdSZY-f
Calendario Cinemex: https://cinemex.com/landing/matsuri-2017/calendario
Video-ensayos sobre Suzuki y sus películas:
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