viernes, 28 de diciembre de 2018

NETFLIX: Outlaw King ("El rey forajido", David McKenzie, Reino Unido, 2018)






Una de las sagas históricas más emocionantes y dignas de contarse es relatada en la película de David McKenzie, The Outlaw King (“El rey forajido”). McKenzie demostró tremendas aptitudes como director tanto de acción como de drama cotidiano en Hell or High Water, habilidades que le sirven de maravilla en esta película que recrea pasajes históricos con su dimensión humana y épica de igual manera. Sin tener un libreto tan pretencioso y preponderante como el que escribió Tyler Sheridan en su película previa, McKenzie se explaya a lo grande contando la historia de Robert Bruce, el héroe nacional más grande de Escocia, quien desafió la tiranía de Eduardo I para garantizar la independencia de su patria.

Los nobles de Escocia, tras una fallida rebelión, le rinden pleitesía y juramentos de lealtad a Eduardo I “Piernas Largas” (Stephen Dillane), quien aplica misericordia sobre sus nuevos vasallos, aunque recalca sus compromisos con rigidez y sarcasmo, además de estrenar una catapulta sobre el castillo de un noble que busca rendirse, simplemente porque pagó mucho dinero por ella. Existe una disputa por la corona escocesa entre dos miembros de una casa noble: John Comyn (Callum Mulvey) y Robert Bruce (Chris Pine). Bruce, cuyo padre (James Cosmo) es ex camarada de armas del rey, inteligente, valiente, caballeroso y viudo, y cuenta con una tensa amistad con el cobarde príncipe de Gales (Billy Howle), por lo que se le concede un beneficioso matrimonio con Elizabeth de Burgh (Florence Pugh), la hija del guardián del norte, como parte de que renuncie a sus derechos a la corona de una Escocia independiente. Bruce cumple con su parte del trato y se comporta respetuosamente con su nueva esposa, pero los altos impuestos de Eduardo y la captura y ejecución del gran líder rebelde William Wallace enfurece a la población escocesa y reinicia la rebelión. Un lamentable encuentro con Comyn le trae mas problemas a Bruce, pero el apoyo de la iglesia escocesa, su familia y muchos nobles—incluyendo a James Douglas (Aaron Taylor-Johnson), cuyos derechos nobiliarios son rechazados por Eduardo—lo llevan a su coronación como rey de Escocia, a brutales represalias por parte de Inglaterra, y a una lucha al margen del combate tradicional y que antecede las guerras de guerrillas de movimientos populares previos.

McKenzie se aparta de los moldes tradicionales de la narrativa fílmica tradicional para contar  esta historia. El rey forajido se siente como una película en donde los personajes históricos actúan como personajes de su época y de su tiempo, y al mismo tiempo se sienten como seres humanos auténticos, de carne y hueso. Pocas películas ambientadas en la Edad Media me han convencido de la autenticidad de sus personajes y de sus costumbres como lo ha hecho está película. McKenzie incluye detalles históricos que rara vez se han visto: los rituales matrimoniales y de coronación, los juramentos de caballeros (que incluyen jurar por unos cisnes vivos), la algarabía de los banquetes. La escena previamente mencionada conque inicia la película consiste de una toma larga en tracking (sin cortes aparentes) de ocho minutos en los que la cámara viaje dentro y fuera de una tienda mientras se discuten asuntos políticos, se estrena la catapulta gigante y se entabla un duelo de espadas “amistoso” entre Bruce y el Príncipe de Gales. Esto no es solamente una muestra de la habilidad técnica del director, sino que establece el mundo de la película, las relaciones de los personajes y el tono naturalista de la cinta. En muchos sentidos, la película se asemeja al Macbeth de 2015, dirigido por Justin Kurzel, tanto por su destreza visual, su elección en colores y locaciones y por su retrato vivo y carnal de una lucha por el poder. Las escenas de guerra son viscerales y cruentas, maravillosas por su dinamismo feroz. La batalla final en medio de un pantano, en particular, toma las características de un sensacional cuadro histórico.

En el centro emocional de la película, tenemos a Chris Pine en una excelente interpretación como Bruce. Astuto, enigmático, sagaz e inteligente, Pine tiene la oportunidad de interpretar a un personaje fuerte y heroico, pero muy humano. La relación con su padre y su familia, asaltada por la tragedia, es un excelente anti-reflejo de la relación disfuncional y rencorosa que existe entre el sociópata e incompetente príncipe de Gales y su tirano y maquiavélico padre (Dillane, por cierto, es maravilloso y a la par de la interpretación de Patrick McGoohan en Corazón valiente, solo que mas realista y menos villano caricaturesco). Su relación con su esposa por compromiso, Elizabeth, es muy bella y demuestra el enamoramiento progresivo y orgánico que se debía forjar durante este periodo, amor que crece tanto por el respeto que se forja entre dos personas íntegras y fuertes, como por el sentido de responsabilidad para con el reino y por el cariño hacia la pequeña hija de Bruce. Florence Pugh está cosechando buenos roles desde Lady Macbeth el año pasado, y continúa con su éxitos en este papel tan conmovedor, en especial cuando Elizabeth cae en manos del enemigo y debe enfrentarse a una serie de decisiones que la ponen al límite de la devastación (y dentro de una jaula que no solo es metafórica). Aaron Taylor-Johnson es el personaje que se roba cámara con su personaje cuasi-maniático, aunque no es una figura unidimensional del guerrero vengativo y atolondrado, sino un hombre cuyo nombre y familia querida han sido rutinariamente insultados y debe de limpiar su honra con el filo de la espada.

Aunque es maravilloso tener una película como El rey forajido disponible en Netflix de manera global, lamento que no haya sido estrenada en el cine, porque es una película digna de la pantalla grande como pocas la son. Desde el punto de vista de la veracidad histórica, es superior a Corazón Valiente, y aunque considero a está última película como una de las últimas grandes películas épicas del estilo clásico y una cinta muy entretenida, El rey forajido es mejor cinta en muchos sentidos, en particular porque centra su mundo moral en la relación que existe entre familia y tierra-país, más que en el abstracto concepto muy moderno de la “libertad”. Como sea, El rey forajido es una de las mejores películas que Netflix ha distribuido y de mis favoritas del 2018. Altamente recomendada.

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